Además, el organismo subió su previsión de inflación en la zona euro a 8,1% para este año, frente al 6,8% que proyectaba en junio, al sostener que la suba de precios seguirá siendo muy fuerte durante un largo período.
En agosto, la inflación trepó al 9,1% interanual entre los países de la Unión Europea, motivo por el cual el BCE decidió aplicar un nuevo ajuste de tasas.
«En las próximas reuniones, el Consejo de Gobierno espera elevar aún más los tipos de interés para amortiguar la demanda y protegerse del riesgo de un persistente cambio al alza de las expectativas de inflación», anticipó la entidad en un comunicado.
El Banco estima que en los dos próximos años la inflación bajará, pero seguirá por encima del objetivo que se trazó esa institución, del 2% anual.
La autoridad monetaria europea comenzó con su política de suba de tasas en julio último, momento en que por primera vez en once años decidió modificarlas, en ese caso, en medio punto porcentual.
En ese momento, la presidenta del BCE, Christine Lagarde, justificó la decisión al asegurar que la inflación seguirá siendo «indeseablemente alta» durante un tiempo.
Con la suba de tasas, el organismo busca enfriar la demanda para contener los precios en el continente.
En especial, los precios de la energía y de los alimentos son los que más han subido en los últimos meses, principalmente como consecuencia de la guerra en Ucrania.
El BCE publicará en las próximas horas sus nuevas proyecciones macroeconómicas trimestrales, en las que revisaría a la baja el crecimiento y al alza la inflación.
En junio, había pronosticado una inflación del 6,8 % y un crecimiento del 2,8 % en 2022.