Se organizan en redes y les atraen los discursos extremos. Patricia Bullrich y José Luis Espert se sacan chispas en la pelea por conseguir la adhesión de los jóvenes liberales, un actor emergente de «la grieta».
En los últimos tiempos, emergió un nuevo actor político que encontró en las redes sociales su hábitat natural para expresarse y organizar su bronca hacia el sistema: se trata de jóvenes menores de 30 años, muchos de ellos aún adolescentes, que se identifican con las ideas de la derecha más radical y están en la búsqueda de referentes políticos que los representen en las instituciones del Estado.
No todos son iguales ni representan lo mismo pero los une un sentimiento de fuerte descontento con el «régimen» político «colonizado» por el kirchnerismo, y proponen una construcción política alternativa que ponga énfasis en las libertades individuales en contraposición a un Estado «populista» que se dedica a «robar» y que reprime las potencialidades de la clase media.
Con una prédica a veces incendiaria y extremista, exigen que «se vuelva poner en valor la cultura del trabajo y del mérito», al tiempo que acusan al «populismo» de reproducir la pobreza y «la vagancia» a través de planes sociales que, según aseguran, se financian con recursos que son de «la gente que trabaja» y que «saca adelante el país».
Muchos de estos jóvenes se identifican con la figura del «influencer» y utilizan esos códigos y formatos estéticos para hacer política en las redes sociales.
Algunos que son verdaderos líderes de opinión, como «el Presto», «Iñaki Gutiérrez» o Agustín Laje, pero hay otros cientos de usuarios que le siguen un escalón abajo con miles de seguidores y que son parte del mismo microclima de influencia ideológico-digital.
Algunos grupos se reconocen conservadores y reivindican las estructuras tradicionales: están en contra del aborto, ensalzan la idea de la familia convencional como núcleo constitutivo y fundante de la sociedad, sostienen la propiedad privada como valor sagrado y están decididamente en contra de los cambios que propone el feminismo en cuanto al rol que ocupa la mujer.
Otros militantes del mismo espacio adhieren a los conceptos liberales en lo referido a la propiedad privada, la crítica al exceso de Estado que pisa la economía de mercado, y la defensa de las libertades individuales y el republicanismo, con una visión más moderna y laica de la sociedad capitalista.
Unos y otros, no obstante, se piensan a sí mismos como rupturistas y se declaran en rebeldía contra lo que llaman «régimen populista», aborrecen al peronismo y a la izquierda por igual y muchas veces asocian al kirchnerismo con el «zurdaje» y con «ideas y recetas viejas que ya fracasaron».
Entre las figuras del ámbito nacional se sienten más cerca del ex presidente Mauricio Macri que de María Eugenia Vidal o de Horacio Rodríguez Larreta, a quienes consideran «tibios» y «funcionales al kirchnerismo» por alentar el diálogo y la búsqueda de consensos.
A Macri le reclaman mayor firmeza en un eventual «segundo tiempo»: que ponga orden y no sea tolerante con los «piqueteros», que corte los planes sociales y que aplique las prometidas reformas estructurales que nunca llegaron en su mandato.
Dentro de Juntos por el Cambio, pueden valorar a Patricia Bullrich y Miguel Pichetto porque «no se callan nada» y van al choque, aunque también aparecen en su radar el economista José Luis Espert y personajes como el verborrágico Javier Milei.