A un mes de su aprobación, la norma, que impide “prestar servicios de estacionamiento sin autorización legal”, aún no se aplica en la ciudad y los llamados “trapitos” siguen actuando como siempre.
A un mes de la reforma del Código Contravencional porteño que prohíbe “prestar servicios de estacionamiento sin autorización legal”, los llamados “trapitos” siguen en actividad ante la falta de reglamentación, cuestionada por algunos mientras que otros creen que su aplicación será conflictiva.
Como todas las tardes, Mariana D. llega al Hipódromo de Palermo cerca de las 15, es alta, viste equipo de gimnasia azul, zapatillas y camina con bastón. Cobra la jubilación mínima, tiene 77 años y no le teme a la nueva ley, presta más atención a otros códigos.
En la calle hay una autoridad, a la que no quiere nombrar de manera explícita, que decide quiénes pueden estar en cada vereda y de cuántas horas son los turnos los días en que hay carreras y los que no, entre otras reglas que sí se respetan.
“Ya sé que quieren sacar a los trapitos, con un compañero de la mañana vamos a ir a la Fiscalía para que nos den un permiso”, comenta Mariana a Télam.
“Hace 12 años que estoy acá, Cristóbal me anotó en la computadora”, agrega en referencia al detenido empresario Cristóbal López, quien fue socio mayoritario del Casino del Hipódromo de Palermo.
La primera clienta del día es Tamara Boero (43), quien después de bajarse de un Volkswagen Vento gris, saluda a Mariana y le pregunta: “¿Vas a estar a las 18?”. Ante la falta de respuesta, saca 50 pesos de la billetera y le pide 20 de vuelto.
Al ser consultada sobre la prohibición de los trapitos, Boero cuestiona: “¿Qué van a hacer, arrestarlos, multarlos, gastar un montón de guardias urbanos para que chequeen eso?”, Y antes de dirigirse al casino, agrega: “Todas esas alternativas me parecen violentas contra gente que, al final del día, hace esto porque no tiene trabajo”.
El nuevo Código de Contravenciones de la Ciudad, aprobado por la Legislatura el 13 de diciembre pasado, prohíbe “prestar servicios de estacionamiento, cuidado de coches o limpieza de vidrios sin autorización legal”.
Las sanciones más leves consisten en uno o dos días de trabajo de “utilidad pública”, pero también hay multas y hasta días de arresto: entre cinco y quince si hay una “organización previa”, o dos meses para los “jefes y coordinadores”.
Sin embargo, ninguna de estas sanciones se puede aplicar hoy. Una vez que la Legislaturaaprueba las leyes, éstas son publicadas en el Boletín Oficial y, luego, el Poder Ejecutivo tiene un tiempo indefinido para reglamentarlas.
En este caso, el encargado de elaborar un protocolo específico sobre cómo se sancionará a los infractores, es el Ministerio de Seguridad porteño, que no respondió al ser consultado cuándo se hará la reglamentación.
Mientras tanto, en la zona de restaurantes de Palermo, tampoco hubo cambios.
“En esta cuadra hay dos chicos a la noche”, comenta Andrés Verneri (37), encargado de un local de comida mexicana a media cuadra de Fitz Roy y Guatemala.
“A nosotros no nos cambia nada, la gente estaciona igual aunque le cobren 50 pesos”, asegura.
Pero a Verneri no le da lo mismo que la actividad de los cuida coches sea legal o no.
“En lo personal, no estoy de acuerdo. Vivo en Barracas, y cuando hay partido me quieren cobrar para dejar el auto en la puerta de mi casa”, se lamenta.
“No es tan complicado, no tienen que construir nada. En una semana podrían implementarla. Pero todo tiene sus tiempos en Argentina”, agrega enojado.
Hay leyes que son anunciadas pero quedan en el papel, mientras que otras no están escritas pero tienen plena vigencia y ésas son las que marcan el pulso de una ciudad.