Como gran parte de los jóvenes, Rodrigo Eguillor se mostraba muy activo en las redes sociales. Ahora, tras la acusación de abuso sexual, esas publicaciones se mediatizan y evidencian varios aspectos repudiables de su personalidad. Incluso, podrían probar su acoso a mujeres y grooming -engaños a menores de edad con el objeto de aprovecharse de su inmadurez-.
Despectivo con los pobres, ostentoso, misógino y violento, este «nene bien» se mostró en contra de causas sociales y se refirió a las mujeres con «pañuelo verde» como «mogólicas». Una expresión discriminatoria que describe a la perfección a quien le recomendó a los periodistas que vayan a la «UCA o a Harvard» antes de hablar sobre él.
Por otro lado, una cuestión que resulta fundamental, y que se ha puesto sobre el tapete recientemente, es que el hijo de la fiscal Paula Martínez Castro ya contaba con una acusación por abuso sexual. Este caso, según pudo constatar Infobae, se remonta al 22 de abril de 2016, cuando fue denunciado por «tocar sorpresivamente» a una mujer en el estacionamiento del Casino Buenos Aires en Puerto Madero.
En cuestiones profesionales, este estudiante de abogacía de la Universidad del Salvador se jactaba de modelar para Etiqueta Negra. Sin embargo, después que se mediatizara la acusación en su contra, la marca lo desmintió: «Nunca fue modelo. Ya hicimos las denuncias correspondientes ante Instagram por usar nuestro nombre».
Además, Eguillor aseguraba dedicarse a las relaciones públicas del boliche Jet, ubicado en la Costanera Norte, y ya se confirmó que recibía un sueldo como «secretario» en los tribunales de Lomas de Zamora, donde justamente su madre es fiscal en lo penal.
Acostumbrado a ser apañado por algunos seguidores, familiares y amigos que toleraban y hasta festejaban su soberbia, algo que se evidencia en su Instagram, no sorprende cómo se manejó ante la detención de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA). «Llamen a mi vieja», dijo.
Su caso, más allá del debido accionar de la Justicia, es una invitación a reflexionar sobre este tipo de personajes a los que algunos por su condición «jocosa» o «de clase» parecieran concederles impunidad y festejarle sus acciones más repudiables. Es hora.